lunes, 2 de agosto de 2010

Encuentro

Porque con ojos de hombre viste a la niña adormecida en la retama.


Con labios de hombre respiraste el perfume de su sueño.

Con paso de hombre te acercaste a su cabello y con la veracidad de un humano cercenaste ese instante y huiste tras los cerros a refugiarte en la misantropía del niño que sufre.

La mujer en los ojos acarició la retama y con movimientos de dama lo siguió hasta el cerro.



Su ritmo constante alcanzaba al niño, que con confianza de hombre trepaba a un quebracho.



La niña intuyó la distancia tan corta y miró para arriba.



El niño la observó con manos curtidas y ansia de hombre. Por eso se bajó del árbol. La encontró cansada y tranquila, domada y radiante.



La niña descubrió sus pies en la tierra seca.

El niño mostró sus rodillas en la corteza.

La niña soltó su pelo en el viento quieto.

El niño sonrió sus dientes en el agua clara.

Y después cada uno se volvió



Recuerdo que en cierto momento me devolviste la mirada y tu silencio enmudeció hasta a los pájaros.



Tan cercano a ser hombre estabas, que no me di cuenta lo chico que eras...

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